¡Claro! Estaba en Colombia y no había manera de llamarlas de otro modo. Qué cosa tan pendeja, pero me pasó.
Lo que si puedo decir es que mi profesor me las hizo fritas y saben a gloria. Tiene toda una técnica dejarlas como él las dejó: finitas, crocantes y cero grasosas. Dentro de poco me propongo repetir la forma, si lo logro les cuento, sino, tendré que hacer el esfuerzo de regresar a Bogotá a decirle a mi profesor que las de aquí, no saben a las de allá. ¡Siempre es buena una excusa para volver!
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