martes, 23 de marzo de 2010

El comandante sorpresivo

Estando en Santandercito, un pueblo precioso y colorido cercano a Bogotá, se nos acerca educadamente un policia, oficial, sargento o uniformado, a preguntarnos a Diego y a mi, que qué fotos estamos haciendo en el pueblo. Diego, de la manera más educada le dice que estamos haciendo un entrenamiento fotográfico y que no hay de qué preocuparse que es parte de mi formación.

Le explica que soy su alumna, que soy de Venezuela. El oficial muy amable nos pide disculpas y nos dice: "es que hay que estar pendiente, pero deseo que hagan muchas fotos y su clase sea provechosa, así como su visita en nuestro país". Primera sorpresa.

Diego le dice: -Sargento, tómese un café con nosotros - y digo yo: así me cuenta un poco de este lugar tan bello -y él contesta: -como no, con mucho gusto. Segunda sorpresa.

Diego, le dice: Sargento, aquí mi alumna quiere saber de Colombia y de su policia. El oficial, con la sonrisa que le rebosaba el rostro y cara de buena gente, le dice: "yo soy comandante, y nosotros en la policía tenemos mucho orgullo por pertenecer a ella. Nos educan y nos entrenan para tratar bien a los ciudadanos, colombianos o extranjeros. Venga y le echo cuentos". Tercera sorpresa.

En medio de sus cuentos, escuchándo su voz cantarina y hasta dulce si se quiere, viene un niño a saludar al comandante con cara de admiración y la actitud de saludar a una estrella de hollywood, y el policía le responde como en las imágenes de los libros que tenía en la escuela (cuando le enseñaban a uno a respetar a la policía) saludando al niño con el gesto de pasarle la mano por la cabeza y preguntándole cómo le va en la escuela. Cuarta sorpresa.

Mi quinta y última sorpresa, fue verme a mi misma hablando con un policía y realmente no sentir miedo.
¡Gracias comandante Murillo por darme ese regalo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué anécdota tan bonita!!!