jueves, 21 de marzo de 2013

Si que me lo recordaste, Mariana


@maiskell
Copyright©Maiskell Sánchez 2013
 
Cuando empecé a escribir mi columna “Desde las gradas” en el blog Deportes con tacones, mi deseo era describir lo que veo de los deportes, como aficionada, como público que desde una grada disfruta de lo que sucede en un campo, en una pista.
Para nada soy experta, bien lo dice el nombre de mi columna, estoy en las gradas y desde allí les cuento mis experiencias.
Siempre imagino ver al humano detrás del deporte. Me gusta saber la historia de ese personaje sobre quien recae la gloria o la desgracia de un triunfo o una derrota. Son muchos los años de preparación de un deportista a quien nosotros desde la grada vemos emerger como un campeón casi de la noche a la mañana. Los expertos lo ven antes, por supuesto. Pero ya dije; soy novata.
Hace algunos años, vi mi primera carrera de Fórmula 1. Me enamoré de inmediato de un piloto con sangre latina. Piloteaba su monoplaza a ritmo de samba. Me enamoré porque era guapo, guapísimo, pero también porque era lo más cercano a sentir alegría y orgullo de nuestra latinidad. Para un Brasil en plena depresión, Ayrton Senna, era la “esperanza” de un Brasil mejor, y un poco de esa alegría, nos la tomábamos los venezolanos, como cuando se llenaban nuestras calles con el triunfo de Brasil o de Italia en los mundiales de fútbol. 
Ayrton Senna era el rey de la conducción en las pistas bajo un tremendo palo de agua. Era increíble verlo en una carrera. Audaz, arriesgado, inteligente. Estaba hecho del material del cual están hechos los grandes: disciplina, constancia y trabajo. 
El sonido del motor es una melodía que viene desde lejos y va en aumento como nuestros nervios, ese in crescendo, que en su punto más alto, nos recuerda a quienes nunca hemos asistido a una carrera real, que debemos ver el letrero de lap, ese número de vueltas que se marca en la pantalla del televisor.
Decían que Senna hacía ruborizar a las mujeres a su paso, por su calidez y picardía. A mi me encantó desde el mueble de mi sala. Primero lo valiente, lo arriesgado y después esa cara de niño travieso y algunas veces de malo, que le daba un aire muy varonil, además de algo que guardaré para mi memoria y que no les pienso contar.
Me gustaba escuchar las historias de su rivalidad con Alain Prost. Imaginaba a Senna como Meteoro con los rollos con Rex, y esa tira cómica, por un momento, se volvía realidad.
Me parecía que Prost era desaliñado y un poco engreído, en cambio Ayrton Senna sacaba su carta de latino mencionando a Dios, a su familia, ayudando al que necesitara incluso dentro de una carrera cruzando la pista arriesgando su vida por auxiliar a otro piloto y esa costumbre de pararse a un lado de la pista y pedirle la bandera brasileña a un compatriota del público, para luego dar una vuelta ondeando la bandera de su país.
Les pongo una descripción que hace QualyF1 y Wikipedia, sobre la actuación de Ayrton Senna en el Gran Premio de Japón en 1988:
“…Ayrton consiguió la pole y largó con medio título en el bolsillo. Sin embargo, apenas la luz del semáforo cambió a verde su motor Honda caló y quedó estático en medio de la pista viendo cómo el resto de los pilotos lo sobrepasaba. Gracias a la pendiente en bajada que tiene la recta principal del circuito de Suzuka, su carro se movió de a poco y Senna pudo encender el motor para retomar la carrera, como consecuencia del incidente cayó estrepitosamente de la primera posición a la 14ta y luego empezó a remontar desde abajo de manera descomunal: en la 2da vuelta ya era 6°, en la 3ra era 5°, en el siguiente giro se ubicó 4°, en el 11vo ya se colocó 3° y con oportunidad de ir por la caza del líder de la prueba, el francés Alain Prost.
La lluvia que cayó sobre el circuito facilitó aún más dichas oportunidades debido a la enorme habilidad de Senna para correr en condiciones de esas características, de esta manera, tras una ardua lucha para abrirse camino entre los primeros lugares finalmente adelantó a Prost en el inicio de la vuelta 28, aprovechándose del tráfico reinante y de una falla en su caja de cambios, lo cual ralentizó críticamente el ritmo del galo. Luego Senna se mantuvo imbatible al frente y acabó venciendo de manera formidable la carrera que lo coronó como campeón mundial a sus 28 años…”
¡Fantástico! Pasaba del puesto 14 al primero sin que nadie pudiera superarlo.
Dos de mis películas favoritas son de carreras de autos: Las 24 horas de Le Mans protagonizada por Steve McQueen y Cars.
¿Casualidad?
No sé. Lo que si fue una casualidad, es que esta mañana quería escribir algo de Ayrton Senna. Cerca de las dos de la tarde mi sobrina Mariana me manda un mensaje: Hoy Senna cumpliría 53 años. Me hiciste el día Mariana. Me recordaste algo especial ¡me hiciste recordar el cumpleaños de Ayrton Senna!

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