miércoles, 28 de marzo de 2012

Juicio Injusto


No recuerdo cual fue el crimen. No recuerdo ni siquiera la sentencia. Lo que sí es cierto es que vivo presa en un país de "libre" circulación. Mi condena va desde perderme el atardecer, reunirme para reír, trabajar para progresar, hasta evitar ver salir el sol en las mañanas.
De día también tengo prohibido circular, pero me atrevo. Me atrevo porque debo sobrevivir y trabajar a riesgo de que me roben las cámaras o el celular, no importa, por cualquiera de las dos, pueden quitarte la vida aquí.

Un cine es una salida a un posible atraco en conjunto, frente a la cara reflejada en la gran pantalla de Tom Hanks o de… la verdad es que iba a nombrarte los actores de las últimas películas que dan en cartelera, pero lo cierto es que si no compro las piratas que venden legalmente en los pasillos de los centros comerciales, no me entero de qué están dando en el cine, y elijo no ser pirata. Claro, siempre tengo la opción del cable en mi casa, gracias a Dios, aunque me lleguen tarde esas historias y me pierda en las conversaciones con amigos que son más atrevidos que yo y se saltan la hora del resguardo obligado de esta ciudad sitiada por la criminalidad.
Salgo de noche, pero es como regresar a la edad en la cual me quedaba en casa de mis amigas. En aquel tiempo lo hacía por placer de compartir y hablar y reír.  Hoy, es por puro instinto de supervivencia, si pasa de las nueve de la noche, lo prudente es quedarte donde estés. ¿La policía? Puede robarte, secuestrarte, abusar de tí, pero cuidarte, ¡jamás!. Y si decido lanzarme a la aventura de irme a mi casa tarde, me cuido solita, manejo como alma que lleva el diablo y en los labios una oración mientras regreso ¿o mejor digo huyo hacia la casa?
Todavía puedo sonreír, claro que sí. Tengo el corazón tan repleto de letras, de ideas, de sueños por cumplir. Uno de ellos es irme de aquí. No tengo un puerto de llegada, ni siquiera una oferta de empleo o la ayuda de un amigo, pero estoy segura que podría caminar libremente por las calles y sentir que no me asaltan ¡ni las dudas! 

Maiskell
27.3.12
P.D.: Esto lo escribí hoy, donde en menos de dos semanas han matado a dos amigos y a un montón de desconocidos

3 comentarios:

mariana delfino dijo...

ay maiskel, parece que narraras mi vida.
solo agregale la angustia de dos hijas q rumbean y andan por la noche caraqueña. tienen que vivir, pero siempre respiro tranquila cuando llegan a casa.
besos amiga.
(me entristecio full este post, sera porque toca una fibra del corazon que siempre vibra )d

Anónimo dijo...

Bienvenida al club, donde te inscriben gratis y sin preguntar....... Pero yo si me voy, no tengo oferta de trabajo ni amigo que me aloje, pero vendi mi carro y cuanto perolito me sobraba, contrate un curso y me voy como estudiante, a sociedades donde me permitan trabajar legalmente aun en esa condicion; de alli en adelante, lo que sea, con perseverancia, fortaleza y esperanza, pero seguramente, mejor que esta realidad de presa en tu propia casa, de profesional honorarios de buhonero ante un costo de vida ofensivo, de lucha constante contra el delincuente de la calle y del gobierno, de marginales mentales que no conocen mejor tema que el chisme y la critica, donde hasta para vestirte, tienes medio closet casi sin estrenar, porque el sadico en la calle esta a la orden del dia...

Michael dijo...

No había leído esto. No le quito ni una coma.
Hace 2 años salí de allí, impulsado precisamente por eso, y por el sentimiento de caída desenfrenada (ni siquiera de estancamiento). Había abrazado la idea varias veces, hasta que a finales del 2008, estando mi esposa embarazada de mi hijo, estuve en un evento ambiental en Bilbao... en una de las tantas caminatas recorriendo la ciudad, me detuve una noche a ver a un grupo de unos 7 chamitos de unos 14 años, en una de las vías que emboca a una céntrica plaza, encontrándose para ver qué podían hacer... ellos sólos, tranquilos, sin preocupaciones ni temores. Obviamente, pensé en que quería que mi hijo creciera en un ambiente así. Luego, circunstancias de la vida nos dieron la oportunidad y emigramos. No ha sido fácil, y sigue sin serlo; pero caminar, sentirse un ciudadano, estar tranquilo, poder hablar por tu celular sin miedo, llegar a casa a la hora que quieras (además de otras cosas)... no tiene precio. La tranquilidad y la seguridad no tienen precio.
Ánimo. Y si quieres salir, planifícalo y tómate tu tiempo. Te diría, incluso, que esperes un poco si tienes a Europa como destino predilecto. Y si decides quedarte: ánimo, fuerza y la mejor de las suertes.
Saludos