sábado, 6 de octubre de 2012

Las últimas 24 horas


La espalda no la aguanto del dolor. Es como si cargara un quintal de papas por una calle empedrada y en subida. Sudo. Sigo. Sigo con la convicción firme de que nuestro país ya hizo el cambio que necesitábamos. Entendimos. Muchos entendimos desde el principio, que este hombre era una mentira. Me tocó conocer de cerca parte de su familia y entendí aún más que su problema no se ha creado con los años; lo tiene dentro de sí, porque la estructura interna no se inventa, se tiene o no se tiene y con los años, se muestra lo que de verdadero hay dentro de la gente. Siempre fue un ¨pule¨ botas escondido en un uniforme que respetábamos. 
Nos quiso meter en un país de un solo color. Y a ese color rojo le huímos como a la peste. Y nos ponen la bota encima y las palabras y el uniforme. Y no pudieron, no pueden y no podrán hacerlo ¡jamás!
Quedan 24 horas para que nuestro destino como país tenga una oportunidad, ojalá (que viene del árabe y significa “si Dios quisiera”) sea esta la oportunidad de liberarnos de un presidente que nos ha irrespetado cada día de su mandato de todas las formas posibles como se le ha ocurrido.
Cualquiera que sea el resultado, le agradezco al flaco de Capriles que le ha echado tanta pierna, literalmente, y que me ha devuelto esas ganas de luchar.

24 horas que me las voy a vivir intensamente. Cada minuto, cada palabra.
24 horas de un país que nunca volverá a ser el mismo.
24 horas que marcan un nuevo camino.