sábado, 20 de julio de 2013

Remedio para un dolor


Hoy, leí tu post. Me encantó la forma como escribes contando tanta verdad de tu vida. No tengo claro si yo puedo hacerlo de la misma manera, nunca me lo había preguntado. Y no es que sepa mucho escribir para que una frase pegue perfecto detrás de la otra. No creo que pueda hilvanar así de bien. Pero hay algo que me hizo leerte y repasar una frase que resaltó de todo tu texto para mi: “yo sueño con mis papás sin divorciarse”. No tienes idea como me identifiqué con eso.

Yo estuve divorciada y te puedo decir que estuve anestesiada -no sé ya ni por cuanto tiempo- cuando eso pasó. No tengo hijos o como diría la gente: “qué bueno que no tuviste hijos porque sino sería un desastre” y yo me preguntaba en ese momento cuando mi corazón estaba en pedacitos y regado en miles de kilómetros a la redonda; ¿qué de bueno puede ser no tener hijos? ¿No sería un aliciente una vez que te encuentras sola y como abortada por el mundo que tuvieras hijos? ¿que te obligaran a levantarte por las mañanas y acostarte por las noches? ¿a reír cuando no quieres? ¿a no llorar cuando si quieres?
Créeme que sé que la gente que me dijo esto lo hizo con buena intención, pero para mí que la gente dice cosas como cuando se reza el padre nuestro en automático: "padre nuestro que estás en el cielo..." y nadie piensa si el tipo en el cielo está parado en una nube o echado en una tumbona.
Hace catorce años que me divorcié y no quiero volver a sentir eso. Y mira que me detuve aquí buscando la frase para decirte cómo me sentí y elijo decirlo como lo diría un niño: Es muy feo. Es como si la echaran a una de un paraíso -aunque viviera en un infierno- con un cartel colgado en el cuello que dice: vete que aquí no sirves para nada más.
No he pasado por tu experiencia de tener padres divorciados y desconozco el sentimiento, pero sí me divorcié y fue muy duro como mujer y eso sí somos ambas. Pensé que la vida se frenaba de golpe, que hasta allí me llevaba el río, que no había nada más que hacer. No sabía qué cosa sentir. Me dolía ver la televisión, oír la radio, ver el sol.  
Hoy leí tu post. Y quiero asegurarte que mi deseo es que tu corazón no sufra. Me gustaría verte decir algún día que sino hubo remedio en el matrimonio de tus padres eres mas feliz viéndolos tratarse con dulzura y respeto que decir que vivías en un infierno que no elegiste.
Mi deseo al escribirte es asegurarte que intento que mi segundo matrimonio no falle, al menos quiero darme cuenta que doy lo mejor de mí y que aprendí un montón de lecciones que me sirven hoy como esposa y mujer.
Trato a mi esposo con amor, le considero mi amigo y creo que él también elige sus batallas después de su divorcio. Ninguno de los dos fue parte del divorcio de cada uno. Nos conocimos después y lamentamos nuestros sufrimientos y metidas de pata. Compartimos el mismo patio de los divorciados, llenos de heridas que debían curarse. Poco a poco hicimos una amistad que me sorprendió cuando me encontré pensando en mi amigo casi como punto de referencia. Él sí tiene una hija. Una hija de la cual se siente orgulloso y te puedo decir que sí está de primera en su lista de prioridades.
Él también pasó por la etapa de salir con mujeres donde los planes con niños no eran bienvenidos. Incluso, cuando empezamos a salir, él no cambiaba sus planes con su hija por mí, y lejos de molestarme, te aseguro que admiraba su manera de ser papá. Era como si de esa manera él me aseguraba que también iba a ser así de solidario conmigo.
Su hija tenía sentimientos encontrados cuando se reunía conmigo, era su derecho, yo era una recién llegada. Pero te aseguro que siempre, siempre la respeté. No traté de ganármela, eso es casi una imbecilidad. Lo único que tuve que hacer para quererla fue saber que es la hija del hombre que amo. Referencia más que suficiente.
Mi esposo nunca está cansado para salir a su encuentro. Su hija es una mujer hoy día, y es bella, es una artista; le encanta escribir, actuar, tocar guitarra, leer buenos libros, tiene muchos amigos que la buscan como su consejera particular.
Deseo que deje de verme con la verruga en la cara. Que no me disfrace de bruja cada vez que me ve. Que no piense que le pongo algo raro a la comida cuando va a la casa, y tengo muy claro que su tiempo con su papá, es su tiempo con su papá. Allí no cabe nadie más y no miro el reloj ni una sola vez, porque cuando él llega a casa, llega con el pecho hinchado de orgullo, con nuevos cuentos, con la cara pidiéndole a Dios que haya hecho lo justo para ella y que le permita seguir haciendo lo mejor posible.
El no es más que un hombre bueno, si se equivocó, demuestra que es ser humano, más nada.
Perdona los lugares comunes de mi carta, es sólo que quería escribirte lo que sentía y de seguro soy un lugar común.
Tan lugar común soy, que soy con la que no quieres compartir junto a tu papá.
Nota: Esta historia, no es exacta. No es mi historia, ni tu historia. Es mi imaginación jugando a ser destino. Ojalá, alguna vez, lleguen las palabras para tí. Que traigan el remedio para tanto dolor. Te quiero amiga.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me gustó mucho este post

Doña Treme dijo...

Wow...
Hay muchas situaciones "feas" que nos toca vivir por haber elegido la sociedad como modus viviendi.
Pero un dia la hija de tu esposo comprendera que siempre es mas digno y mas enaltecedor, bajarse del barco y subirse en otro, que mentir.
Es mejor aceptar el poco exito de una relacion que mantenerse en ella por conveniencia o apariencia y vivir (y hacer vivir a los otros) el infierno en la tierra.