sábado, 13 de noviembre de 2010

Cabaret o de cómo me convertí en Ana María Simón en el intermedio

Fui a ver la obra Cabaret.
Nada está fuera de sitio.
El escenario es precioso, la iluminación impecable, la orquesta estupenda con el talentoso Euro Zambrano en la batería, con las voces inigualables de Pimpi Santistevan y Ana Valencia, ¡un montaje de primera!
Compré mi asiento, en las mesas de Kit Kat Club, que estaban a pata de mingo del escenario. Mi mesa fue la 14 (uno de mis números de suerte). Me puse cómoda y comenzó el espectáculo.
Maravillada, me doy cuenta del tiempo que tenía sin ir al Teatro Teresa Carreño, o mejor dicho, de sentir lo que siento cada vez que en esa sala me he disfrutado alguna obra, musical o concierto.

Viene el intermedio y me encuentro a Mirtha Pérez quien también estaba en las mesitas, y a quien había conocido dos semanas atrás por haber ido a su obra "La Segundísima" y haberla pasado tan bien, que nos quedamos después de su obra y cantamos con ella en el escenario.
Mirtha, generosa y buena onda, la saludo y le digo que soy la que fue hace dos semanas y me contesta, "pero, claro que sé quien eres, la alumna de Mónica, vamos a buscar un café rapidito al cafetín".

Con nosotras va una señora, que yo no había visto nunca. Se llama Silvia. Ella me dice de pronto, pero tú si estás linda y sofisticada. Te queda bello ese pelo así. Gracias -le contesto- me doy cuenta que ella está equivocada, más no la corrijo. Llegamos al cafetin, nos sirven el café y conversamos un poco. La señora habla de los dones artísticos de Luis Fernández y dice: -Bueno Mirtha, tu tienes el don de la voz, que la tienes igualita y cantas como los dioses -y sigue- yo, bueno, el teatro es mi vida y allí he hecho casi todo, claro un poquito retirada por el cancer que me dio, pero hay que seguir. De pronto se voltea a mirarme y me dice: -y tú, Ana María, tú tienes el prodigio de tu voz y cada día estás más bella!

Yo no tenía corazón para aclararle que no era yo, así que por un intermedio, fui Ana María Simón, por supuesto, sin el pollo Brito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

!! ay mi madre!! jejejeje qué buena anécdota!