jueves, 20 de febrero de 2014

¿Dos mitades?


Dominó Copyright©MaiskellSánchez2012

El día que mi amiga América murió con un tiro de fúsil certero en la frente en el Caracazo de 1989, fue la primera vez que vi como actuaban los militares en defensa de una nación. La violencia fue la bandera.
En 1992 supe que nunca podría entender un “por ahora”. Que un militar lleva un arma y no un lapicero.
Entendí, sin embargo, que la gente necesitaba una voz que se atreviera a decir alguna verdad. Y ese “por ahora”, se transformó en la verdad que muchos estaban buscando. 

Era más fácil que llegara alguien a arreglar este rollo, que meterse en él y componerlo desde adentro. Mucho pan y circo hemos tenido. Muchos regalos de los partidos y gobiernos de turno se dieron para que estas palabras tuvieran sentido.
Y así es como aparece en la escena política Chávez, quien demostró poseer cualidades artísticas e histriónicas contundentes. Para una buena parte de la población era el salvador de tantos equívocos pasados, para otros era pintoresco. Para mi siempre fue un ser peligroso.
Cambió el nombre de casi todo. La palabra fue su aliada. La palabra, la plata y miles de personas que le abrieron su corazón de una forma pura e ingenua; él los llamaba pobres y ellos gritaban de júbilo. Él los llamaba excluidos y le aplaudían sin saber que los estaba marcando con tinta roja. 

Chávez supo como aprovecharse de los rencores de la gente. 

Lo supo desde el primer día. Se entrenó para ello. Y se dedicó a insultar a quienes no creíamos en él: apátridas, pitiyankis, escuálidos, disociados, fascistas, y así toda su gente comenzó a repetir lo mismo. Se silenciaron los almuerzos en familia. Se miraba con recelo al otro. La palabra confianza adquirió un nuevo significado.
Se creó un “nosotros” y un “ellos” que nos hizo y nos hace pelear cada día con otro igual a uno mientras que ellos preparaban milicias armadas, tratos con gobiernos que nunca fueron socios naturales de Venezuela -por tener “democracias” dudosas-, control de cambio, misiones para darle un sentido de pertenencia a quien “nunca tuvo nada” y ponerlos a pensar que se lo merecían porque sí, fachadas de responsabilidad social que convirtieron a la responsabilidad social en una manera de ser muy irresponsable. 
La gente pasó de ser ciudadano a ser “pueblo”. De tener República a tener “patria” La palabra mérito quedó en el diccionario.
Y nos puso a pelear con el que no era.
El truco de un mago no está en la mano que muestra, sino en la mano que esconde, y en cuestión de ilusiones él era un experto.  
Se metió en los tribunales, en el consejo electoral, en las leyes, en las escuelas, en los libros de historia, en los hogares, en las mesas de los domingos, en las alcobas. Fue permeando nuestros espacios como un líquido que se desborda sin contención alguna. Y nosotros, seguíamos peleando con el vecino que compraba el mismo pan que compraba uno.
El rojo se convirtió en nuestro muro de Berlín. Peor aún, desapareció de nuestro guardarropa. No queríamos parecernos a “ellos” y nos pudieron distinguir, le dimos ese poder. Y nos lo recordó por años, a través de las infinitas cadenas que usaba para descalificar a quien no pensara como él. 
Tanto así, que a la esposa de un Ministro le pareció perfecto decirme un día que si no me gustaba mi país que me fuera, que de seguro en España o Estados Unidos me tratarían mejor. Lo peor, me lo dejo por escrito. Lo mejor, sigo tratándola con afecto verdadero.
El país se llenó de pancartas que nos invadieron los paisajes de Venezuela. Parecía o quieren hacer parecer que ellos han hecho hasta la geografía que nos fue dada por la naturaleza.
El país también se llenó de oportunistas, quienes vociferaban no estar de acuerdo pero se llenaron los bolsillos de plata o se los siguen llenando sin ningún problema ético.
Trabajé en una radio que me impidió desde el primer momento hablar de “problemas”. Es que ni mencionar un hueco podía porque la publicidad principal estaba pagada por el alcalde de Chávez en la zona. Me aclararon que no podía hacer publicidad de la oposición, de igual manera aclaré que no hacía publicidad del gobierno. Me llamaron de forma “simpática” la radical. 
Mi programa tenía muy buen humor. Era la hora premium de la emisora y tenía que hacerle olvidar a los escuchas sus problemas e intentar sacarles una sonrisa. Buscar noticias y producir con alegría se convirtió en ardua tarea porque era como hablar de otro país, no del que yo conseguía a diario en sus calles. 
Chavista es aquel que cree en Chávez como Bolivariano es aquel que cree en Bolívar, y me acordé de aquel epígrafe que un día puse en un cuento: “Menos mal que Bolívar, no pudo ser bolivariano”.

Chávez no era chavista. Chavista era un montón de gente que creía en él. Chávez usaba Rolex, trajes a la medida, y su gente, seguía usando la franela roja que le regalaban en las marchas o las que le obligaban a ponerse en el trabajo.
Chavista y opositor nos encontrábamos en el mismo valle, con los mismos problemas, pero nos veíamos como dos púgiles: cada uno en una esquina del ring. Y la voz que lo llenaba todo repetía hasta el cansancio "no soy yo, yo te quiero. Es el escuálido, apátrida, el que te odia por pobre y por que no le importas". 
Tanta ceguera me preocupaba. Parecía una testigo de jehová hablando con cada persona, explicándole que no era entre nosotros el problema, que ellos si eran “ellos” y chavismo y oposición éramos “nosotros”. 
Nosotros, los que vamos al mercado, los que nos atracan, los que no tenemos escoltas, los que pagamos impuestos, los que trabajamos por un salario, los que pagamos los sueños a costa de nuestros sacrificios, los que tenemos que cumplir horario, los que ahorramos para ir de vacaciones, los que no tenemos aviones disponibles, los que hacemos carpetas Cadivi para que nos asignen dólares que pagamos, los que no sabemos nada del dólar pero pagamos todo a su precio, los que corremos de un lado a otro buscando azúcar, aceite, café, harina, papel. 
Se muere Chávez seleccionando a dedo al próximo candidato a presidente en unas elecciones que nadie -con sensatez- puede afirmar que ganó, ya que más allá de las teorías de un poder electoral viciado, nunca aceptó contarse, y no aceptó porque los cinco poderes en Venezuela (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Moral) están identificados claramente con el partido de gobierno. Sin olvidar a los militares, a quienes la corrupción los ha alcanzado, los ha silenciado y los ha arrodillado. 
Tengo para mi, que Maduro ha mostrado mi teoría de una forma expedita. Nos mostró que todos tenemos las mismas necesidades por tanto desacierto. No se produce nada, hay desempleo, el dólar por las nubes, hay que hacer un recorrido por la ciudad para conseguir algunos de los productos de la cesta básica. 
Hace tres semanas hice un recorrido por diesciseis farmacias para conseguir unos medicamentos, ¡increíble!.
El gobierno, los militares, los grupos paramilitares -a quienes quiero llamar malandros entrenados- no son parte de ese pueblo que se llama chavista y que se llama opositor. El chavista creyó en algo, el opositor también. Los otros no se en qué creen. Los desconozco, literalmente. 
No nos confundamos otra vez. No dejemos ninguno de nosotros que nos confundan, porque estoy segura, hoy más que nunca, que los chavistas, los que de verdad creyeron que con Chávez iban a estar mejor, están tan decepcionados como nosotros tan insultados.
Hoy, a la realidad de las protestas estudiantiles en todo el país por la inseguridad, por la falta de oportunidades, por el miedo a tantas armas sin control, por la falta de alimentos, por tanta corrupción y tantos equívocos de este gobierno, y viendo el violento ataque hacia una población desarmada, sin ningún reparo por los derechos humanos, de parte de las fuerzas del régimen de Maduro (Militares, Guardia Nacional Bolivariana, Policía Nacional Bolivariana, paramilitares, colectivos armados, malandros entrenados, fuerzas de choque) solo puedo llamarlos grupos de exterminio, y estoy segura de que frente a esta realidad, el que creyó en este proyecto ya sabe que lo engañaron, que esto es lo que venezolanamente llamamos “un disparate”, es decir, un error absurdo e ilógico de magnitudes desproporcionadas.
Aquí hay un “ellos” y un “nosotros”, pero ese ellos, está conformado por el gobierno, por las fuerzas represivas militares, por los colectivos armados, por los oportunistas, por las fuerzas de choque, y este nosotros solo podemos llamarnos venezolanos. 
Aquí hay mucho por reconstruir. Aquí hay mucha arma que recoger. Aquí hay mucha autoestima que trabajar. Aquí hay que dejar el carnet político y poner en alto la cédula de identidad, que es el único documento que de verdad nos describe.
Nos une la tragedia de un Estado que va en contra de sus ciudadanos y esas son las verdaderas dos mitades.

Maiskell Sánchez
20 febrero 2014

miércoles, 19 de febrero de 2014

Dos escritos, un solo clamor

El primer escrito:
Ayer, en medio de tanto cruce de información, me llegó este escrito desde Barinas. Quise conseguir su autor, no ha sido posible. Seguiré buscando quien lo hizo. Por ahora lo comparto: 

 
Los llaneros le sacamos un poema al Presidente:
Señor Nicolás Maduro el OBRERO PRESIDENTE…
así se hizo llamar en su campaña reciente…
Usted que viene de abajo, que sufrió supuestamente…
la pobreza más extrema y aguantó el hambre inclemente…
que cuando llegó a Caracas, dormía debajo de un puente…
¿Por qué no quiere escuchar el clamor de tanta gente?

Usted que heredó de Chávez la REVOLUCIÓN VIVIENTE…
un emporio petrolero, el mayor del continente…
con el crudo a más de cien, que genera buen billete…
lo miro más enredado que ¡venado en taburete!


Si es tan cierto que ganó su elección tan limpiamente…
¿Por qué no contó los votos como se hace normalmente?
Usted que en puente Llaguno lo vimos tan combatiente…
atacando a un pueblo noble que marchaba libremente…
esta patria ya no quiere que usted sea su presidente!

Usted que igualito a un loro, repite constantemente…
el discurso de Hugo Chávez quien hoy ya se encuentra ausente…
está llevando a esta tierra, hacia un fracaso inminente…
y para muestra la crisis, que vivimos diariamente…

Por lo que le estoy diciendo, espero no se moleste…
ejerzo aquí mi derecho de expresarme libremente…
y decirle con mi verso, de una manera decente…
a través de estas palabras todo lo que el pueblo siente…

A tildado de golpista a todo aquel que se exprese…
siendo un sagrado derecho que ejercemos legalmente.

El país hoy pasa hambre, no hay leche, ni harina, ni aceite…
y en las calles de hoy en día mandan son los delincuentes…
atracan, roban y matan por doquier salvajemente…
y todavía usted no quiere que nuestro pueblo proteste…
y culpó a Leopoldo López tildándolo de insurgente…
y como juez y verdugo, ha ordenado que lo arresten…

Son más de veinte millones, no es Leopoldo solamente…
quien está clamando un cambio y de una manera urgente…

Esta nación tan hermosa necesita es un gerente…
y si para gobernar, no se siente competente
por el bien de VENEZUELA ¡renuncie ya, Presidente!

El Segundo escrito
Este me lo mandó una amiga anoche, con una nota personal que reza: "Lo mejor que he leído" Su autor es Antonio Rivas y fue publicado ayer en El Universal. 
El día que murió Chávez, ella dejó de creer en el chavismo. Hoy, que hay estudiantes muertos por la violencia de las fuerzas policiales y/o los colectivos, ella se hace preguntas de cómo pudo creer en algo como esto que muestran los "gobernantes" hoy... nos vamos a ir juntas a las concentraciones y no encuentro mejor homenaje a nuestra amistad que ese! 


No, Maduro. Usted no es dictador

ANTONIO RIVAS |  EL UNIVERSAL

martes 18 de febrero de 2014  12:00 AM
"¡Les llegará su hora! Me llamarán dictador, no me importa". Con esta frase arreciaba el presidente Maduro su discurso inflamable contra la prensa escrita de Venezuela. Yo quisiera tomarme la libertad de darle al presidente mi opinión personal: yo no creo que sea usted un dictador.

Si usted fuera un dictador tendría a todas las empresas expropiadas produciendo por encima de lo que producían cuando las expropiaron. Sus gerentes estarían temblando por entregarle a usted resultados extraordinarios y se pelearían por ganarse su beneplácito. Nadie se atrevería a revender cabillas,  cemento y demás productos regulados. Tendría usted las cadenas de suministro de alimentos, puertos, almacenes, y supermercados del Estado operando a su máxima capacidad. Si usted fuera dictador no habría secuestros ni se cobrara vacunas a comerciantes y ganaderos en nuestro territorio, no habría delincuencia, no estaría el hampa reinando impunemente en ciudades, carreteras y pueblos. Los delincuentes le temieran a las fuerzas del orden público. Si usted fuera dictador, nadie osaría botar basura en la calle, o a rayar las paredes, o siquiera a pasarse una luz roja. Pero todo eso ocurre en Venezuela, y más.

A mi juicio, usted simplemente ha demostrado carecer de las competencias pertinentes para ser Presidente de la República, y viéndose abrumado por la anarquía que le dejó su predecesor solo puede jugar a ser poderoso con lo poco de institucional que queda en el país, mientras pasa el tiempo y no se resuelve nada. Usted tiene la actitud del niño de escuela que, sabiéndose reprobado en todo, opta por descargar su ira con los más pequeños, para intentar ganar a golpes el respeto que nadie le tiene, pero eso no es dictadura, es bullying.

Yo más bien considero que en este momento usted es el mayor preso político que ha tenido nuestra historia. Enjaulado en un proceso político que lo tiene rodeado de espinas en todas direcciones, excepto una: La Habana, donde se encuentra un dictador de verdad. Usted está obligado a manejar este caos tomando decisiones avaladas (o impuestas) por los hermanos Castro, que no contradigan a Chávez, y que no molesten a Cabello y a Ramírez. Usted está tan acorralado que no puede ni siquiera devaluar con libertad, con valentía, sino que tiene que ocultarlo, disfrazarlo, y hasta negarlo. Usted debe darle ascenso a militares golpistas para mantenerlos contentos. Usted se ve obligado a inventar guerras imperialistas para poder excusar la falta de resultados. Usted no persigue a la prensa para amedrentar a la disidencia, sino para callar las estadísticas de delincuencia, escasez, corrupción, inflación, y el creciente descontento en la población. Usted tiene una Ley Habilitante todo poderosa, y no ha podido habilitar nada. Usted no ha podido ni siquiera mudarse a La Casona como le corresponde. Usted no está en control. Entonces ¿dónde está el dictador?

Lea "La fiesta del Chivo" de Vargas Llosa, para que se dé cuenta de que usted tiene mucho de Balaguer y nada de Trujillo. Investigue un poco y dígame quién se imaginaría a los presos mandando en las cárceles en el Chile de Pinochet, o bandas de "orejones" intimidando poblados en la España de Franco. Imagine usted grupos de motorizados atracando en las autopistas en la época de Pérez Jiménez. Es sencillamente impensable.

En resumen, Maduro, anarquía e ineptitud no es dictadura, sino solo eso, anarquía e ineptitud. Y soberbia, amenazas y evasión de responsabilidad no hace dictadores.

Despójese de las ataduras políticas, asuma su responsabilidad, reconozca que la mitad del país no quiere comunismo, exíjale resultados a sus ministros y gerentes o sustitúyalos, ponga en cintura a los delincuentes, llene los anaqueles de producción nacional, encarcele a sus corruptos y controle la inflación, solo entonces tendrá el honor de afirmar dignamente que le tiene sin cuidado como le llamen. Mientras tanto, cualquier título le quedará grande, incluso el de dictador.

@AntonioERivasR

rivas_antonio@hotmail.com

martes, 18 de febrero de 2014

Venezuela: Carteles por la libertad!


En Venezuela, vivimos llenos de mucho. El asesinato con saña, robos, falta de insumos médicos, falta de alimentos, de productos básicos, falta de empleo, de carreteras en pésimo estado, de injusticias contra quien piensa diferente, de cortes de luz, de cadenas interminables con insultos que solo sirven para sembrar más división, colocando adjetivos calificativos que se convierten en palabras y frases aprendidas que se disparan con la fuerza de una bala... de un gobierno que quiere seguir en el poder sin importar el costo que pueda tener.
Para una memoria sin olvido,  quiero agrupar algunos de los carteles que se han mostrado en las diferentes protestas estudiantiles contra el actual gobierno de Venezuela.
Me disculpo con los fotógrafos a quienes no puedo citar en algunas fotos porque no tenían el crédito.
Foto de Juan Espinoza


Foto de Nicolás Marrero

Fotos Noticias Exceso

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

Foto Agencias

















Leer, leer, leer!








lunes, 17 de febrero de 2014

Una arepa, mil rellenos

"Farol" Copyright©MaiskellSánchez2012

En cuestión de arepas, existen muchos rellenos: la reina pepiada, la dominó, la pelúa, la sifrina, la rumbera, la catira, la de perico, la de pabellón, la viuda, la musiúa, tumbarrancho, la llanera y pare de contar. Eso sí, la arepa es una sola. 

En Venezuela, tenemos un país y mil maneras de pensar, respetar eso se llama democracia.