martes, 23 de diciembre de 2014

Diario de un viaje: Viaje a San Nicolás

Foto de google

Un día: Caracas - Venezuela.
 
El primer lugar donde conocí a San Nicolás fue en mi casa materna. No había chimenea, pero eso no impidió que mi ánimo decayera para estrenarme un traje, portarme bien o esperar que Santa leyera mi carta con mi lista de regalos.
 
San Nicolás iba a mi casa con chimenea o sin ella. No sabía cuál era su origen, tampoco me lo preguntaba. Él iba a mi casa a dejarme regalos y mi ilusión era verlo con su traje de terciopelo rojo con cinturón y botas negras y su impoluta barba blanca. Cada año aprendía más de él; que si vivía en el Polo Norte, que si podía dejarle galletas y un vaso de leche, que si me dormía después de las doce del 24 de Diciembre de pronto lo veía dejar los regalos, que su bolsa de regalos era gigante pero cabía en todos lados, que si el trineo lo dejaba en el techo de la casa y así, iba conociendo cada vez más alguna característica de este simbólico personaje. Lo que sí es cierto, es que alguien que llega a tu casa a traerte regalos la noche del 24 de diciembre, solo puede ser un ser especial.
 
Otro día: Aruba –Países bajos, Isla del Caribe.
 
Con dieciocho años fui a la Isla de Aruba por primera vez en mi vida. La llaman la Isla feliz y tiene sentido que así sea porque cualquier ser humano que vea ese paraíso, ¡la felicidad le entra por los poros!
 
Recorrí la Isla en un jeep descapotable, tal como suele pasar en las películas, y llegué a la costa sureste de Aruba, en una zona llamada San Nicolás. Me fui a recorrer sus calles que tienen un aire británico-caribeño único y me encontré con un bar llamado Charlie´s Bar, que data de 1941. 
Entrar en el bar, es como entrar en un museo inspirado en los Hermanos Grimm. Desde los buscadores de tesoros, piratas, buzos y curiosos, han dejado recuerdos de sus descubrimientos, en sus paredes y techos. Cada persona que entra en Charlie´s Bar, deja un sticker, una placa, chapa o cualquier souvenir que les permita dejar un poco de sí mismos en este mágico lugar. El embrujo y encanto que tiene, le valió para que en 1977 la Reina de Holanda condecorara a Charlie Brouns -su fundador- con la orden Oranje Nassau. Cuando fui, pregunté en el bar el porqué esa zona se llamaba San Nicolás, y si tenía relación con el San Nicolás de mis regalos navideños. Nadie supo contarme si así era, pero una calcomanía de un santa muy flaco, está al lado de un cartel que reza “We repair hangovers”.
 
Otro día: Italia.
 
Un día, me voy a la Iglesia de San Nicola in Carcere, en Roma. Creí que ahí se originaba la historia de San Nicolás. Mi sorpresa fue mayúscula cuando supe que se erigió este templo en honor a San Nicolás de Myra -Obispo que vivió en el siglo IV y es originario de Turquía- o como mejor lo conocemos por estos lados, como San Nicolás de Bari, ya que sus restos reposan en la Basílica de San Nicolás en Bari.
 
Algo interesantísimo en esta iglesia de San Nicola in Carcere es que se venera a la Madonna di Pompei –Virgen de Pompeya- y a nuestra amada Virgen de Guadalupe. ¡El mundo tiene una conexión mayor del que suponemos!
 
Hay muchas historias sobre el origen de San Nicolás, pero la de San Nicolás de Myra ¡es preciosa!
 
Cuenta la leyenda que existían tres doncellas pobres, y en esos tiempos, sin dote, las mujeres no se podían casar, lo cual era casi una desgracia. Su padre, en ese estado de desesperación, pensó en vender a una de sus hijas para poder casar a las otras dos. Cuando el Obispo San Nicolás de Myra se enteró de que esto podía pasar, una noche, se metió por la ventana de la casa de estas tres doncellas con tres bolsas llenas de oro, que puso en las medias de estas jóvenes. Así nació la leyenda de este Obispo generoso que dejaba regalos a los más pobres y necesitados. Pronto se convirtió en el guía y la protección que muchos buscaban y su historia se expandió por Europa, Rusia, Grecia y se convertió en un mítico benefactor. Después de su muerte, que ocurrió un 6 de diciembre, sus seguidores en cada fecha, sacaban comida para el santo, y pasto para sus caballos, y a la mañana siguiente, los niños encontraban que la comida y el pasto, habían sido cambiados por juguetes y regalos.

El día de hoy.

Cada cultura tiene su forma de llamar a San Nicolás: Santa Claus, Papá Noel, Father Christmas, Babbo Natale, Colacho, Viejo Pascuero o simplemente Santa, lo importante es que su magia existe y nos brinda la oportunidad de que todos salgamos a buscar juguetes y de que su legado sea la primera sonrisa que vemos el 25 de diciembre de cada año.



^Artículo publicado en la revista Enlace Latino en Estados Unidos para su edición aniversaria.

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