@maiskell
Copyright©Maiskell Sánchez 2013
Cuando
empecé a escribir mi columna “Desde las gradas” en el blog Deportes con
tacones, mi deseo era describir lo que veo de los deportes, como aficionada,
como público que desde una grada disfruta de lo que sucede en un campo, en una
pista.
Para
nada soy experta, bien lo dice el nombre de mi columna, estoy en las gradas y
desde allí les cuento mis experiencias.
Siempre
imagino ver al humano detrás del deporte. Me gusta saber la historia de ese
personaje sobre quien recae la gloria o la desgracia de un triunfo o una
derrota. Son muchos los años de preparación de un deportista a quien nosotros
desde la grada vemos emerger como un campeón casi de la noche a la mañana. Los
expertos lo ven antes, por supuesto. Pero ya dije; soy novata.
Hace
algunos años, vi mi primera carrera de Fórmula 1. Me enamoré de inmediato de un
piloto con sangre latina. Piloteaba su monoplaza a ritmo de samba. Me enamoré
porque era guapo, guapísimo, pero también porque era lo más cercano a sentir
alegría y orgullo de nuestra latinidad. Para un Brasil en plena depresión, Ayrton
Senna, era la “esperanza” de un Brasil mejor, y un poco de esa alegría, nos la
tomábamos los venezolanos, como cuando se llenaban nuestras calles con el
triunfo de Brasil o de Italia en los mundiales de fútbol.
Ayrton
Senna era el rey de la conducción en las pistas bajo un tremendo palo de agua.
Era increíble verlo en una carrera. Audaz, arriesgado, inteligente. Estaba
hecho del material del cual están hechos los grandes: disciplina, constancia y
trabajo.
El
sonido del motor es una melodía que viene desde lejos y va en aumento como
nuestros nervios, ese in crescendo,
que en su punto más alto, nos recuerda a quienes nunca hemos asistido a una
carrera real, que debemos ver el letrero de lap, ese número de vueltas que se
marca en la pantalla del televisor.
Decían
que Senna hacía ruborizar a las mujeres a su paso, por su calidez y picardía. A
mi me encantó desde el mueble de mi sala. Primero lo valiente, lo arriesgado y
después esa cara de niño travieso y algunas veces de malo, que le daba un aire muy
varonil, además de algo que guardaré para mi memoria y que no les pienso
contar.
Me
gustaba escuchar las historias de su rivalidad con Alain Prost. Imaginaba a
Senna como Meteoro con los rollos con Rex, y esa tira cómica, por un momento,
se volvía realidad.
Me
parecía que Prost era desaliñado y un poco engreído, en cambio Ayrton Senna
sacaba su carta de latino mencionando a Dios, a su familia, ayudando al que
necesitara incluso dentro de una carrera cruzando la pista arriesgando su vida
por auxiliar a otro piloto y esa costumbre de pararse a un lado de la pista y
pedirle la bandera brasileña a un compatriota del público, para luego dar una
vuelta ondeando la bandera de su país.
Les
pongo una descripción que hace QualyF1 y Wikipedia, sobre la actuación de
Ayrton Senna en el Gran Premio de Japón en 1988:
“…Ayrton
consiguió la pole y largó con medio título en el bolsillo. Sin embargo, apenas
la luz del semáforo cambió a verde su motor Honda caló y quedó estático en
medio de la pista viendo cómo el resto de los pilotos lo sobrepasaba. Gracias a
la pendiente en bajada que tiene la recta principal del circuito de Suzuka, su
carro se movió de a poco y Senna pudo encender el motor para retomar la
carrera, como consecuencia del incidente cayó estrepitosamente de la primera
posición a la 14ta y luego empezó a remontar desde abajo de manera descomunal: en
la 2da vuelta ya era 6°, en la 3ra era 5°, en el siguiente giro se ubicó 4°, en
el 11vo ya se colocó 3° y con oportunidad de ir por la caza del líder de la
prueba, el francés Alain Prost.
La
lluvia que cayó sobre el circuito facilitó aún más dichas oportunidades debido
a la enorme habilidad de Senna para correr en condiciones de esas
características, de esta manera, tras una ardua lucha para abrirse camino entre
los primeros lugares finalmente adelantó a Prost en el inicio de la vuelta 28,
aprovechándose del tráfico reinante y de una falla en su caja de cambios, lo
cual ralentizó críticamente el ritmo del galo. Luego Senna se mantuvo imbatible
al frente y acabó venciendo de manera formidable la carrera que lo coronó como
campeón mundial a sus 28 años…”
¡Fantástico!
Pasaba del puesto 14 al primero sin que nadie pudiera superarlo.
Dos
de mis películas favoritas son de carreras de autos: Las 24 horas de Le Mans
protagonizada por Steve McQueen y Cars.
¿Casualidad?
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