Por
Maiskell Sánchez
@maiskell
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La
puerta se abrió. Ella no entendía bien quien era. Su cara le era familiar. Ese
hombre flaco, maloliente, desgarbado, con el cuerpo lleno de tatuajes y la cara
a punto de estallar en lágrimas, era su nieto. Veinticinco kilos menos de peso
en el cuerpo, exceso de equipaje en el dolor.
Mary
Holt, la abuela de Josh, le abrió la puerta de par en par, puso dos manos y el
corazón en la recuperación de la vida de su nieto Josh Hamilton, jugador de
Béisbol de Grandes Ligas, quien en 1999, los Tampa Bay Devil Rays lo tomaron
como primera escogencia en el draft de esa temporada, con una prima de contrato
cercana a los cuatro millones de dólares. Cuatro millones que despilfarró en
drogas y alcohol luego de un accidente que le maltrató la espalda y el juicio.
Joshua
Holt Hamilton, nacido el 21 de Mayo de 1981, destacado atleta, quien con seis
años jugaba mejor que niños que tenían el doble de su edad, fue firmado por esa
cantidad de dólares antes de terminar la secundaria. Aparece como jugador del
año en ligas menores en el 2000, según la publicación Usa Today. Los eventos
por los cuales destacaría en los siguientes años, sería el desenfreno, la
locura, la inmersión en el mundo de las drogas y el alcohol.
Hay
todo tipo de historias en ese periodo oscuro de la vida de Hamilton. Se cuenta
desde que caminó sobre la línea amarilla de una autopista, con autos que lo
rozaban por ambos lados, despertar en trailers sucios, hasta pedir dinero
prestado para poder pagar los vicios en los que estaba envuelto.
Tiene
26 tatuajes en el cuerpo, mucho de los cuales no recuerda haberse hecho. No los
puede borrar. Son un recordatorio de lo que hizo y de lo que no quiere volver a
hacer en su vida.
Roy
Silver, gerente de una academia de béisbol en Florida, le da trabajo en su
corporación donde limpia baños y rastrilla el campo de día. Puede batear en las
noches y también duerme en un colchón inflable dentro de las instalaciones de
la institución. Nada fácil para alguien que había conocido la fama y los
aplausos desde tan temprano.
Sus
meses de trabajo en la academia y su maravilloso talento para el béisbol, lo
devuelven al juego el 2 de junio de 2006 en Las Ligas Menores. El 2 de Abril
del 2007 hace su debut en Las Grandes Ligas con Los Rojos de Cincinnati. Su
camisa número 22 comienza a tener un significado diferente.
En
2008 pasó a formar parte de los Rangers de Texas. Con ellos, se presenta en el
Derby de jonrones en el Estadio de los Yankees frente a más de 53 mil
espectadores que lo ovacionan de pie, cuando en la primera ronda realizó 28
vuelacercas. No ganó, pero fue su noche.
En
el 2010 Los Rangers de Texas ingresan a la Serie Mundial. También Josh gana el
jugador más valioso de la liga. Firma por dos años más y 24 millones de
dólares. Recuerdo como si fuera ayer, que el brindis se hizo con refresco. Evitan
brindar con licor en solidaridad con Josh. Solidaridad con la cual Josh
Hamilton ha podido contar en toda su recuperación.
Dos
cosas son fundamentales en el cambio de Hamilton: la determinación para cambiar
su vida y el ejército de buenas personas que hacen que la vida de Josh tenga el
camino que tiene.
Hoy,
la vida le sonríe de vuelta, no sin antes pagar su cuota de sacrificio más allá
de practicar y hacer cada vez un mejor juego: Debe realizarse un examen de
orina tres veces a la semana debido a su historial con las drogas, no debe
tener dinero en efectivo en los bolsillos para evitar tentaciones de gastarlo
en alcohol o drogas, debe ir acompañado por dos o más personas de su equipo de
apoyo cuando está fuera del terreno de juego, no puede tener minibar en los
hoteles donde se aloja y una muy importante, tener que explicarle a sus hijas
el origen de sus tatuajes.
Su
historia tiene todos los elementos que necesita un buen drama: sueños, amor,
caídas, recuperación, por eso, en Junio del 2012 acordó realizar una película de
su vida, de la mano del actor y director Casey Affleck, ya que es un hombre que
ha tenido dos o más vidas en una sola.
El
13 de diciembre pasado, Josh firmó un contrato de cinco años con Los Angelinos
de Anaheim por un valor de 125 millones de dólares. Una historia increíble de
cómo puede levantarse una persona que cae en el fondo.
La madrugada que Josh Hamilton tocó la puerta en casa de su abuela, fue
el día en que todo comenzó a cambiar. Su abuela siempre supo que él estaba
destinado para las grandes cosas. Su abuela siempre supo, que su vida era un
milagro.
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