lunes, 31 de diciembre de 2012

¡2012!

Por Maiskell Sánchez
Copyright © Maiskell Sánchez 2012 
 ¡Este año ha sido genial!
En Enero tuve la alegría infinita de tener mi programa de radio “Tómatelo con Soda” en Platinum 98.7FM de 5.00 a 7.00pm de lunes a viernes. Una gozadera increíble que disfruté junto a Mariana mi sobrina hasta Agosto. Va a volver ahora en Caracas en otra emisora, pero ya avisaré cuándo y dónde para que podamos compartirlo.
¡Las secciones del programa son geniales! El objetivo siempre ha sido sacarle una sonrisa a la gente y trabajamos duro para lograrlo.
Una de las secciones del programa es “Deportes con Tacones” y abrimos un blog con el mismo nombre, para que Mariana escriba lo que sabe y le gusta de deportes. Ella desde su perspectiva de conocedora y enamorada de los deportes casi desde que nació, y yo, con mi columna “Desde las Gradas” donde escribo de mis experiencias como una novata-fanática de los deportes, con la suerte de ser fotógrafa y tener en mi portafolio a algunos deportistas maravillosos.
Ha sido divertido como no tienen una idea. Tan divertido que esta mañana 31 de diciembre, estaba entrevistando un personaje maravilloso del deporte extremo, a quien pronto disfrutarán en mi columna!
Estoy infinitamente agradecida de ustedes, que leen y comentan este trabajo que hacemos con cariño y entusiasmo ¡gracias por eso!
Quedan pocas horas para que termine 2012, así que a recibir ese empujón que necesitamos para comenzar 2013 como nuevos y con ganas de comernos el mundo.
¡El año termina hoy, pero empieza en el próximo segundo!
!Feliz año nuevo!
@maiskell

lunes, 24 de diciembre de 2012

Carta al Santa de los deportes

Por Maiskell Sánchez
@maiskell
Copyright © Maiskell Sánchez 2012

Querido Santa:
¡Qué bien te queda el traje vinotinto!
Igual que a nosotros, cuando sentimos el orgullo al ponernos nuestra camiseta. Crecí viendo a la gente de aquí con la camiseta del equipo de otros países, lo cual nos enseñó mucho de ellos y aprendimos de sus jugadores, juegos y jugadas, pero creo que la vinotinto nos trajo el honor de usar una camiseta y de sentirla tan nuestra como el relámpago del Catatumbo.
Este año, fuimos a las Olimpiadas en Londres y ganamos una medalla de oro por segunda vez para nuestro país. Rubén Limardo, de la bella tierra de Ciudad Bolívar, nos la regaló como parte de nuestra historia deportiva y nos hizo sentir tan orgullosos como lo estamos del Salto Ángel.
En el estado Aragua nació un Santo, a quien le hicieron una Iglesia en Alemania: Los Testigos de Arango. Tenemos un personaje de película; nuestro querido capitán de la Vinotinto, Juan Arango, a quien llamamos orgullosamente Arangol, quien nos da muchas alegrías.
El 3 de Octubre se retiró de las grandes ligas, el campo corto con una de las trayectorias más largas: Omar Vizquel. Quiere dirigir a los gloriosos Leones del Caracas bajo la mirada alegre de nuestra Sultana del Ávila ¿quién sabe? de pronto se le da ese deseo a Vizquel y nosotros estamos listos para gozarnos ese paso también.
Son tantas las historias de nuestros deportistas venezolanos que me encantaría nombrarte aquí, lo que pasa es que se haría muy larga esta carta porque hay gente talentosísima haciendo buenas cosas tanto dentro como fuera del país y ¡los que faltan por mostrarse!
Esta carta querido Santa, es para pedirte mis regalos navideños deportivos, de seguro pasaré algunos por alto, pero ya me las arreglaré para que te enteres.
1.- Te quiero pedir que le des un lugar privilegiado a los atletas que nos dejaron en este plano. Que les des las gracias de nuestra parte por todo lo que nos regalaron en el terreno de juego.
2.- Con urgencia, te quiero pedir que se aplaque la violencia en el deporte, de cualquier parte que venga. El deporte es respirar aire fresco, distraer la mente y hacer ejercicio. Violencia y deporte no deben relacionarse jamás.
2 OTRA VEZ.- Pido porque los fanáticos hagan uso honorable de la camiseta que eligen seguir. Fanático deriva de la palabra Fanum, que significa santuario o templo. Tratar con respeto una cosa que se considera sagrada. Que los buenos fanáticos se diferencien de los revoltosos de oficio.
2 DE NUEVO.- Que los deportistas también den el ejemplo de lo que significa espíritu deportivo. Una carrera impecable puede echarse a perder por una mala actitud de un jugador, para muestra un botón: ¿recuerdan el último juego de Zinadine Zidane? Materazzi lo ofendió, Zinadine se defendió. ¿Esa es la manera? O algo más cercano: Yorvit Torrealba. Sin palabras.
2 POR SI ACASO.- En una frase, quiero que los jugadores respeten el enorme esfuerzo que han realizado toda su vida y no lo dañen mostrando una fea actitud tanto dentro como fuera de la cancha.
3.- Quiero saber el “Grito de Guerra” de todos los narradores deportivos ¡son lo máximo!
4.- Quiero ver más niños en las canchas de cualquier deporte. Eso les permite la estima necesaria y la oportunidad de hacer una mejor vida.
5.- Quiero ir a ver juegos de Rugby venezolano.
6.- Quiero una nueva camiseta de la Vinotinto.
7.- Quiero hacerle una entrevista a Mari Montes.
8.- Quiero que Andrés Galarraga me invite a jugar golf, para reír bastante por ¡el ridículo que voy a hacer con gusto!
9.- Quiero ir al Roland Garros.
10.- Que el basket, pesca, atletismo, gimnasia, natación, ping pong, voleibol, ciclismo, metras, gurrufio, chapitas, pico pico, estén presentes en este nuevo año y los pueda disfrutar enormemente junto con mi familia y amigos.
Tengo más peticiones, pero vamos a dejarlo hasta aquí, ya te iré mandando notas durante el año, de las cosas que me gustaría hacer en el deporte, además de escribir en esta columna y ser leída por ¡los mejores fanáticos del mundo!
Gracias por pertenecer a la vinotinto ¡que te diviertas siempre!
Feliz Navidad y un abrazo.
Maiskell


Caracas, 24 Diciembre 2012

Un coloso del Sorte se despide sin querer


Por Maiskell Sánchez
@maiskell
Copyright © Maiskell Sánchez 2012


Número 24 en la camiseta de Yaracuyanos. Centrocampista. 32 años. Defiende con orgullo los colores de varios equipos en años anteriores: Unión Lara, Portuguesa FC, Monagas SC, Aragua FC, CD Lara.
Dos tiros dice la prensa. Dos tiros para robarlo. Muere Jarvi Mejía. Destacado en grande dice: "Colombiano". Jarvi Mejía, naturalizado Venezolano. Pienso. Venezolano por decisión, lo cual lo hace doblemente venezolano. Nacer en un país es una casualidad, querer ser de él, una decisión.
“Llegó la hora de defender nuestra casa”. Así se expresaba para hablar de su equipo. Conjugaba el "nosotros" perfectamente.
Bajo el sol, la lluvia o los aplausos, estaba el compromiso de jugar con su equipo.
Jarvi Mejía es de nuestro fútbol. Defendió la camiseta de equipos nuestros. Estoy consternada. Igual que cuando leo la cantidad de muertos que ingresan a la morgue cada semana. Igual que cuando agreden e incluso matan a un árbitro en el Táchira o en Holanda. Igual que cuando los fanáticos pasan a ser amedrentadores de oficio escudados en una camiseta que no merecen llevar.
El jugaba en Yaracuyanos y estaba dispuesto a jugarse la vida por su equipo. Solo por su equipo.

Caracas, Dic. 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

Su nombre es Verónica


@maiskell
Copyright © Maiskell Sánchez 2012

Hay una canción que dice así:
Rata inmunda
animal rastrero
escoria de la vida
adefesio mal hecho.

Infrahumano
espectro del infierno
maldita sabandija
cuanto daño me has hecho.


Nunca había escuchado esa canción hasta que el personaje a quien fotografío la canta y me parece ¡genial!
Lo divertido es que no esperas que ella te cante esa canción. Ella es elegante, serena, de pocas palabras y de mucho trabajo. No imaginas que Paquita La Del Barrio haya calado en su gusto musical. La realidad es que su formación multicultural, le hizo tener una amiga mexicana que se la enseñó y ella disfrutó de ese aprendizaje.
El día que la conocí, lo primero que me sorprendió es el trabajo muscular que tiene. Me dijo que era genético y entonces pensé que mi abuela y mi tatarabuela han debido ser mínimo primas de Hércules para tener algún pedacito de esa genética.
Luego veo que lleva un guante con una raya azul, que combina con el short y la visera que tapa casi todo su rostro. Maquillaje cero. Es una salida al campo entre amigos, sin embargo, está concentrada como si se tratara del juego de su vida. Le tomo una foto directo al rostro mientras me dice: “…me han contado que haces muy buenas fotos... “ Sonrío y por dentro pienso -estas me quedaron malísimas-  solo atino a decir: deberíamos hacer unas fotos formalmente.
Es flaca, flaquísima. No conozco a nadie que tenga su bronceado. Ese día, ella va a jugar golf con cuatro amigos. Ella sola. Ellos con ella. Debe jugar bien. ¿Le va a dar a la pelota duro? -pienso. Cuando le da a la pelota no hay diferencia entre ellos. Corrijo, lo hace mejor que casi todos ellos. Juega y lo hace impecablemente. No atino a calcular qué edad tiene. Habla poco. Siempre sonríe.
Me entero después, que es la única mujer venezolana en este momento que está en el Ladies Professional Golf Association, (LPGA) organización norteamericana para golfistas profesionales femeninas. Con ella, son tres las venezolanas que han estado allí.
Verónica Felibert juega golf en serio. Para mí que he “jugado” (traduzca: pegado pelotas) golf de comiquitas, lo que ella hace es muy en serio. Y es de esas personas que pudo con dos carreras; ya que aparte de golfista profesional, se graduó en Negocios en la Universidad de Southern California, que estudió ahí con el ánimo de elevar su juego porque jugó desde pequeña, que ha ganado torneos desde que era amateur, que ha jugado en la PGA midiéndose con puros hombres, porque tiene el toque para hacerlo, que de seguro se cepillaba los dientes antes de dormir cuando era chiquita y que ganó en el kinder un torneo de golf porque de pronto el niño jesús le regaló unos palos.
Mi sorpresa es mayúscula cuando al año, recibo la llamada para hacer fotos de Verónica Felibert. Pauto la sesión según la fecha en la cual ella va a estar en Venezuela. Viene a un encuentro Venezuela-España y hará dupla con Jhonattan Vegas, para enfrentar al equipo español que lo encabezan Sergio García y Carlota Ciganda, entre otros jugadores.
La veo jugar un Pro-Am -juego entre profesionales y amateurs- que muchas veces precede a un torneo. Salgo con ella para hacerle fotos en el campo y con dos señores más que juegan de forma no profesional, y a quienes vi confiados al momento de salir en el hoyo uno. Cuando vamos por el tercer hoyo, uno de ellos, que es muy divertido me dice: ella juega bien, ¿tú sabes dónde juega? Sí –le contesto. Juega en el LPGA. Creo que la mandíbula del señor llegó al piso en un instante y me dice: nosotros lo que estamos haciendo ¡es el ridículo!
Luego siguió la competición entre Venezuela y España. El torneo terminó con la Copa en manos de los españoles. No estaba feliz de los resultados porque en Venezuela tenemos excelentes jugadores, pero si tenía muchas fotos y un par de días llenos de diversión.
Ella realmente se gozó competir en su país de una forma relajada, pero es que casi puedo asegurar que tendría el mismo temple si jugara con Bubba Watson. De hecho, en Julio de este año, se midió a las mejores del mundo en su quinto torneo desde que está en el LPGA. Para que se hagan una idea, su posición era la 723 en el ranking mundial para el momento del torneo en Arkansas y lideró el torneo viernes y sábado. Le faltó poco para ganar, llegó al cuarto lugar y le regalaron una cantada de cumpleaños feliz en el hoyo 17 que fue vista en todo el mundo. Ese torneo lo ganó Ai Miyazato, pero Verónica nos puso en el mapa del golf femenino actual y ganó algo más, que veremos en los próximos tiempos.
Ya para el tercer día tocaba la sesión de fotos fuera del campo. Lo hizo maravilloso.
Ella es una profesional del golf pero debo decir que es una profesional en psiquiatría para zancudos si se lo propone porque tiene tres elementos que la hacen brillar siempre; su disciplina, disposición y su entusiasmo. Además cuenta con un extraordinario buen humor que es hasta capaz de salir conmigo un día a jugar al campo y tengan por seguro que le voy a pedir que cante la canción de Paquita La Del Barrio.




lunes, 10 de diciembre de 2012

DESDE LAS GRADAS: Superhéroe de una pasión

 
Por Maiskell Sánchez
Copyright © Maiskell Sánchez 2012

Bordeo el estadio para entrar. Desde lejos escucho: ¡Ehhhhh La Guaira, eh, eh, eh, La Guaira!. El partido ya comienza y me asomo por una de las puertas para adentrarme en el juego. Por aquí no es –me dicen- más adelante, es casi la última puerta.
Corro porque no quiero perderme nada de esa algarabía que sale por las puertas que dejo atrás a toda velocidad. Pienso que me pierdo de algo importante. Hay una venta de comida rápida en forma de pelota de béisbol y me paro sin remedio porque me parece de lo más original. Quiero comprar. Me provoca un refresco de Colita tan propio de Venezuela. Mi amigo me agarra de la mano y me dice: "vamos, que adentro venden de todo mientras ves el juego". Sigo y ya estoy cerquita de la puerta de entrada que nos corresponde. Me siento como una estrella de rock que entra a un escenario. La luz es blanquísima y muy brillante. Contrasta con la oscuridad que bordea al estadio.
 
Me recibe una rica samba. Esa es la que pone al estadio a bailar aunque no tengas ganas. Aquí la gente no camina sino que va a ritmo de samba. Pregunto sobre esta música y me contestan casi a coro: es que somos la fanaticada ¡más alegre del béisbol!
El juego es contra el equipo Caribes de Anzoátegui pero aquí todo el mundo viste de azul y rojo, y en todas partes se lee “Tiburones de la Guaira".
Me toca sentarme cerquita del dugout de los Tiburones. Los jugadores casi están al alcance mi mano. Que increíble la cercanía que hay entre las gradas y el campo. Si doy un paso, de seguro llego al terreno de juego. ¡Veo hasta las gotas de sudor de los jugadores!
Miro el juego, sin duda, pero es tan colorido y da tanto gusto estar en un sitio donde todo el mundo despliega una sonrisa, que mi cabeza gira como un ventilador, de un lado a otro, para no perderme nada.
Estrellas de televisión en primera fila, orgullosamente vestidos con la camiseta del equipo. La gente los ve, pero está más pendiente de su equipo que de ellos. Casi pasan desapercibidos.
Sale un gigante a batear y estalla el estadio en gritos, alabanzas y la samba resuena más fuerte: Alex Cabrera con su postura de Samurai indiscutible. De hecho, es todo un ritual digno de ser visto. La forma como se para en la caja de bateo; sube el bate en dirección al cielo, se inclina hacía atrás y vuelve listo para dar el pelotazo. La pelota parece saber que le van a dar durísimo y por estrategias, le dan base por bola intencional, pero es un espectáculo ver a este slugger.
Rumbo al cuarto Inning, se siente la alegría y también algunas gotas que caen y que no sé si es agua o cualquier bebida más alegre. Volteo para disfrutar la efusión de la fanaticada y me consigo con un tremendo personaje que está vestido como un superhéroe; malla azul completa, pantaloncillos por fuera y una gran capa roja como corresponde a todo buen superhéroe! Lleva un logo en el pecho en forma de diamante al más puro estilo de Superman, que tiene dos letras de gran tamaño: S y T.
No pude aguantar la tentación de acercarme, preguntarle su nombre, y con toda la confianza del mundo me dijo: Soy SuperTibu, ¡el mejor de todos! ¡Eh La Guaira!
¡Este superhéroe no paró de bailar durante toda la jornada!
Por supuesto que le tomé una foto, pero les digo que no lo toman desprevenido, al menor movimiento de una cámara, este maravilloso personaje, hace la pose perfecta de SuperTibu, con la capa señalando al cielo y su mirada puesta en el futuro.

lunes, 3 de diciembre de 2012

DESDE LAS GRADAS: Concierto de fanáticos


Por Maiskell Sánchez
Copyright © Maiskell Sánchez 2012


Lo primero que veo es un cuello de donde brotan unas venas que gritan algo ininteligible para mí. No es una coral, pero ese coro de voces suena perfecto. Hay una banda de música, que arranca con un sonido de tambor suave para recibir al equipo en la cancha y una frase pegajosa y alegre que anuncia que ya viene algo bueno: Ro, dale dale ro, dale ro, dale ro, dale dale ro. Esta frase, va acompañada de un movimiento particular de la mano derecha que baila de atrás hacía adelante en una coreografía perfecta de bienvenida.
Miro hacía mi izquierda y estoy cerquita de la llamada barra brava del Caracas. Hay una amalgama de colores, personas y alegrías. Predomina el blanco, el rojo y el negro en todo el estadio. Nadie tiene un uniforme pero en todos está la representación de los colores del equipo. Las muchachas se combinan la vestimenta, desde los lentes hasta los zapatos y la mayoría lucen maquilladas y arregladas como si de un concierto se tratara. Los hombres no escapan a esta regla no escrita de estar combinado con el equipo, y con osadía y agrado exhiben los tatuajes que se han hecho, para demostrar que a su equipo lo llevan literalmente en la piel.

Aparecen las pancartas y vamos leyendo de donde proceden los fanáticos: Caricuao, 23 de Enero, Los Teques, El Hatillo, Demonios del Centro, Caucagua, Demonios Rojos, y veo un montón de muchachos que se suben a la cerca que bordea la cancha y ponen las pancartas que alientan al equipo a saberse acompañados por su fanaticada.
¡La alegría se vuelve contagiosa aunque nunca hayas ido a un juego de fútbol!
Hay un espacio en las gradas de la barra brava que está cubierta por sombrillas rojas y blancas, que le da una vistosidad cinematográfica al evento. Están dispuestas en perfecto orden y se hacen acompañar a los lados por las banderas blancas, rojas, negras y de Venezuela, que ondean bajo el compás del canto de bienvenida.
El ambiente se pone festivo cuando los jugadores del Caracas entran a saludar a las barras. Una lluvia de cintas blancas caen como serpentinas de la piñata con más gente a la que he ido en mi vida. Se oyen los cañonazos de los "tumba ranchos" que anuncian con alegría que el juego ¡ya va a comenzar!
La canción del Dale Ro, toma un ritmo más rápido y el estallido hace que sientas que Venezuela es el mejor país del mundo.
El repertorio de canciones se dejan sentir. Esto tiene un orden perfecto que por supuesto no me sé para nada, pero me llega el ritmo y el tempo de ese espectáculo y entiendo que estoy en presencia del nacimiento de un nuevo sentimiento.
“… como no te voy a querer, si eres el rojo de mis amores, si eres el mejor  de los mejores, por eso siempre te vengo a ver…”
Comienzan los fanáticos a brincar con la sonrisa pegada al rostro dando todo lo que sale de su garganta para que sus jugadores sepan que no están solos y que nadie puede meterse con ellos.
“… Como no te voy a adorar, si por las noches contigo sueño, si de este campo me siento dueño, me hace feliz, verte ganar, yyyyyy matar al (dicen el nombre del equipo rival)…”
Nadie que pertenezca a la barra del Caracas canta el himno nacional, es la única vez que puedo escuchar algo que suene por los parlantes, hasta el momento cuando dice: 

“…seguid el ejemplo que Caracas dio…” 

y se oye ese enorme grito a Caracas que con la caída del atardecer y esa luz hermosa que entra en el Estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, parece que se pusieron de acuerdo para iluminar la alegría que se siente.
Las canciones de la barra, me sorprende por dos cosas particulares; son versiones de canciones de Dimensión Latina, Papashanty, Un Solo Pueblo, entre otros cantantes o grupos, que los fanáticos han ajustado a sus deseos como está de “Noche de fantasía” que en la versión futbolera del rojo dice:
“…Hoy he vuelto a la cancha, después de tanto tiempo
  con nuestros jugadores, para meterle el pecho
y esta es tu barra, la que grita, la que canta,  la que toma birra y fuma marihuana en todas partes soy borracho y atorrante y esta barra roja si tiene aguante
Vamos, vamos Caracas, regálame una estrella aunque ganes o pierdas yo a ti te sigo igual…”
Lo otro que llama mi atención es la cantidad de malas palabras que cantan grandes y pequeños, como esta que expresa:
 
“Me dicen el matador, yo soy el rojo… a todos los Tachirenses* yo me los cojo…”
La mala palabra me sorprende, no lo niego, pero lo que más me sorprende es reconocer que dentro del ambiente del estadio suena sin estridencia.
Hay mucho que aprender de la pasión de “Los Rojos del Ávila”, desde las canciones hasta el tomarse una cerveza bien fría y brindar aunque vaya perdiendo el equipo.

Esa tarde del 18 de diciembre, el Caracas Fútbol Club, me hizo bailar, aunque mis ojos estaban llenos de lágrimas por la partida de una amiga, y mis sobrinas en ánimo de no dejarme sola, me llevaron al estadio, para que entendiera que la alegría y la vida siguen, y que la vida es un juego que hay que vivirlo con la pasión de un fanático.
Caracas, Nov. 2012