sábado, 8 de mayo de 2010

La comida y las hormonas

Conocí una vez un hombre que sus temas preferidos eran la comida y las hormonas, sin que ese fuera el orden estricto de su gusto. Con respecto a las hormonas, juraba casi de modo religioso-fanático que las hormonas eran las responsables de cuando te gustaba alguien y lo más importante, cuando la debías dejar: entre seis, máximo nueve meses, categóricamente. Esto lo condimentaba con la comida, pues una vez me contó que dejó a una novia o “amiga” como más le gusta decir de las mujeres con las cuales se enreda (entiéndase de piernas nada más) porque se acabó la temporada de castañas y ya no tenía ninguna razón para continuar el amorío. Nunca comprendí si en la preferencia de las castañas actuaban las hormonas o viceversa.
Juraba que podía llorar delante de un plato de comida de su agrado, que sus pupilas gustativas se convertían en lágrimas por eso de que estaba frente a algo más allá de su propia comprensión culinaria, pero era capaz de desaparecer frente al amor de una mujer y no botar ni una sola lágrima.
Imagino que así, entre las hormonas y la comida, se convirtió en un glotón emocional que tendría el lema de Eudomar Santos “como vaya viniendo, vamos viendo” con una pequeña variación: “Como vaya viniendo, vamos comiendo”
Tal vez un día se siente y llore por el amor de una mujer y frente a un plato de comida sólo lo disfrute.

2 comentarios:

Alain C. Espinoza dijo...

Pues yo siempre he dicho que al hombre se lo agarra por el estomago, pero este se pasó.

SHAMI dijo...

Muy bueno este post. Corto, poetico y divertido. Congrats Maiskell. A tu amigo le recomiendo meterse a Chef o a critico gastronomico. Que haga de su novia la comida.